15.8.11

El miedo.

Siempre pensé que el miedo nos hacía correr, huir, procurar alejarnos lo máximo posible. Pero me equivoqué.

Hoy estoy aquí, parada, esperando. Y tengo miedo. Me arde por dentro la piel sólo de pensar que existe manera alguna de perderte. Te haría toda de humo, de un humo gris perla, porque si fueses humo brillarías, brillarías como todos los filos curvados de las perlas de un collar magnánimo. Compraría una botella de cristal, te vertería en ella hasta saciar la soledad y el vacío de su interior hasta el mismísimo borde, y cerraría el frasquito. Así estarías siempre conmigo.

Pero ni eres humo, ni yo tendré un frasco para verter en él tu esencia, ni tampoco podré retenerte conmigo para siempre. Y ya me gustaría.

Siempre pensé que el miedo nos hacía volatilizarnos. Pero me equivoqué.
Esta vez lo estoy apretando contra mi. Y no va a marcharse.



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