Hasta las flores cambian de color... |
Los ojos nos llegan hasta las puertas del alma, muchas veces las tenemos cerradas, a cal y canto, y con más de media docena de pestillos y candados del techo al suelo.
Otras sencillamente hay que llamar para entrar, y hay otras en las que no hay puertas.
Y todo depende de con quién estés.
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